jueves, 20 de diciembre de 2012

No esperes el fin del mundo.





No, no lo esperéis. Ya ha ocurrido. Ella me lo dijo ayer.
Volvía a mi pequeña fiesta cuando la encontré en la calle. Casi no la vi, hasta que me llamó. Tardé un momento en reconocerla y entonces asomó mi mejor sonrisa. Ella me correspondió con gesto cansino pero no desfallecí. “¿Qué tal? ¿Cómo estás?” “Bueno… se nos cayó el cielo encima.” Y no quería hablar mucho más. Sólo me dijo lo bien que me veía, que había engordado y me sentaba genial. Se le cayó el cielo encima. Ya había ocurrido. Pero siguió caminando, porque era de noche y tenía que ir a buscar el coche. Lo había aparcado un poco lejos. Era de noche y empezaba a llover.