martes, 22 de febrero de 2011

Tenderness



No me gustó la forma en que me trató y pasamos largo rato de morros, sin mirarnos a la cara, tan sólo un brazo, una rodilla, un trozo del óvalo de su cara. Finalmente me pidió perdón bajando la cabeza y yo acepté aliviado. Se hizo tarde y llegó la hora de la despedida. Me ofreció sus labios frncidos para recibir un beso. Se lo di. Luego me abrazó y posó su mejilla en la mía largo rato, dulcemente.


- Parecemos dos hienas tiernas, me dijo.